¿Por qué corremos? ¿De dónde nos viene el gutural impulso de correr? Desde que existe conciencia sobre el tiempo, los humanos hemos sentido el deseo de movernos a toda velocidad, de dejar atrás lo que nos rodea y sentir el viento como si pudiéramos volar.
Correr es más que un simple ejercicio físico; es una expresión de libertad, una forma de conectar con nuestra esencia más primitiva y una manifestación de nuestra búsqueda constante de algo más grande.
Desde una perspectiva científica, correr tiene raíces profundas en nuestra evolución. Nuestros antepasados corrían para cazar y recolectar y sobrevivir en un mundo salvaje y hostil. Ese mismo instinto nos acompaña hoy, aunque nuestras razones para correr hayan cambiado. Ahora, corremos para mantenernos en forma, para superar nuestros límites
Corremos para huir. Corremos para escapar de nuestros problemas, de nuestros miedos y de las realidades que no queremos enfrentar; corremos para encontrar un momento de paz en medio del caos cotidiano. En esos momentos, la carrera se convierte en un refugio, en un acto de rebelión contra aquello que nos oprime.
Pero correr no solo es una huida, también es un acto de resistencia, de resiliencia. Nos ayuda a generar la capacidad de enfrentar los obstáculos, tanto físicos como emocionales, fortaleciendo nuestra mente y cuerpo para superar cualquier desafío que la vida nos ponga por delante.
Corremos para llegar más rápido. En la vida moderna, donde el tiempo es oro, correr se convierte en un medio para alcanzar nuestras metas más rápido, ya sea literalmente o como una metáfora de nuestra prisa por lograr el éxito. Sin embargo, no todo es sobre velocidad. Correr también es un instinto natural, una forma de conectar con nuestro yo interior, de sentir cada paso y cada respiración como una meditación en movimiento.
En Leven, creemos que correr es una expresión de vida, de esa chispa que nos impulsa a seguir adelante, sin importar las circunstancias. Correr es una forma de celebrar nuestra humanidad, de abrazar nuestras imperfecciones y de encontrar esperanza en cada paso. Así que, ¿por qué corremos? Corremos porque es nuestra naturaleza, porque nos hace sentir vivos y porque, en cada carrera, encontramos un poco de esa locura maravillosa que nos define y nos hace disfrutar de la vida.